Siempre empieza así...
Aparece un cúmulo de pensamientos que no me dejan, hay algo irrefrenable en mi cabeza que sabe algo de cualquier cosa que ve, escucha o siente, hay un dato relevante para la conversación, hay algo que puedo aportar, hay algo con lo que puedo ayudar, hay algo con lo que puedo hacer una diferencia al momento de entender algo. Pero también algo que me frena, un disclaimer generado por el rechazo desde hace muchos años. No es como si, por decir que "los rayos UV del sol tardan 8 minutos en llegar a la tierra" me discriminaran, pero si generaban una disonancia conversacional, donde esos datos, no sirven o no son graciosos o no son interesantes para nadie más que para mí, como en las películas gringas donde los ñoños saben y dicen un montón de datos. Pero en mi caso simplemente aprendí a callarlos para tener una conversación normal y pasar inadvertido, a su vez, aprendí a insertar esas "curiosidades" en las conversaciones para aclarar esas dudas que surgen en grupos, cuando por ejemplo entre 4 personas de pronto se preguntan si tal o cual cosa servirá para tal o cual cosa. De pronto salgo con la respuesta, pero en vez de decirla tajantemente como datos crudos, lo aprendí a decir como una sugerencia, a disfrazarlo de pregunta o incluso a proponer una alternativa que se ajusta al objetivo de la pregunta, disfrazando mi certeza como apoyo.
Pero y, ¿por qué tendría que hacer eso?, ¿por qué mi interés en tener conversaciones "normales"?, ¿por qué quiero encajar?, ¿por qué tengo esa necesidad de encontrar ese sesgo conversacional?, ¿Por qué me siento mal por reprimir este sentimiento de escupir datos de manera indiscriminada?
Aún no encuentro respuestas a todas esas preguntas, pero tengo aproximaciones que me permiten un acercamiento a lo que podría ser una respuesta o incluso a cambiar de preguntas. Todo ello derivado del hecho de que por más que intento encontrar alternativas prácticas, la inconformidad o la necesidad, continúan tocando a mi puerta.
Y quizá suene petulante de mi parte querer responder esas preguntas partiendo del hecho de decir "saber muchas cosas", pero en verdad es a sabiendas que saber más, implica saber cuan poco sabes de muchas otras cosas, y paradójicamente esa certeza genera más dudas y esas dudas invariablemente vienen acompañadas de nuevos mundos y lugares para escudriñar y exprimir conocimiento. Al final todo esto viene acompañado de un cumulo de cosas, que me gustaría compartir en una conversación casual, con alguien que también tenga un complemento de esas cosas y encontrar un sesgo, como todos lo hacen cuando hablan de su equipo favorito, cuando hablan de sus gustos por la misma comida, siento envidia de eso, porque a nivel intelectual también me gustaría compartir eso con alguien, pero no de manera aislada o tan dura como el tema en específico, pues si eso fuera, con mis amigos actuales está suplida. Es en estos entornos donde los diagramas de Ben me hacen la tarea imaginaria, círculos concéntricos entre las distintas dimensiones que pueden o no estar ahí (esa es mi interpretación), como en un videojuego que tiene una trama con tintes filosóficos (Celeste), un arte pictórico basado en ciertos autores (Scorn), personajes que cuestionan sus acciones y su humanidad (Undertale), historias que trascienden su propio entorno y rompen la cuarta pared incluso a un nivel informático (Doki Doki Literature Club!) o donde todo encaja de una manera perfecta en armonía creando joyas que trascienden incluso a mi oído (Ender Lillies), uniendo puntos lejanos generales de la filosofía y el arte, con puntos muy específicos como videojuegos y como resuenan con situaciones reales o experiencias útiles o tangibles.
Ejemplos tengo muchos, pero ¿cómo se enlaza esto con las preguntas?, pues bien, todos esos datos, todos esos puntos de apreciación e interpretación vienen de encontrar patrones, basado en muchos datos y memoria. Pero todo eso acumulado, todo eso almacenado, ¿para qué?, ¿por qué?, pues creo que en primer lugar es porque se me ha incentivado a ello, desde que era pequeño, encontrando mi validación en escuchar, cuan inteligente soy o cuanto puedo saber de cierto tema específico. Hay un monstruo ahí a veces bello, a veces horrendo que busca ese alimento, que busca hasta encontrar quien le alimente todo el tiempo, pero soy yo quien le pone un bozal simbólico y le dice, no comas más, muere de una vez y déjame ser feliz con las cosas simples. Pero la realidad me manda un cheque y debo pagar las cuentas y procedo a quitarle el bozal, porque si come, puedo pagar esas cuentas. Todo esto me recuerda a las palabras de mi terapeuta, pues hace un par de años, me preguntó directamente eso ¿para qué saber tanto? y en ese momento no supe responder y si bien ahora tengo una posible explicación, sigue siendo una interpretación que me hace sentido, por lo que "se".
Bueno tengo el ¿por qué?, y el ¿para qué? Pues si bien entiendo que es para obtener esos químicos cerebrales de la felicidad, en términos prácticos ¿cómo los he usado? la respuesta es simple y lo he dicho antes, para encajar, y ¿por qué encajar? porque quiero amigos, busco compañía, busco escucha, busco eso que parece que todos tienen menos yo, busco eso que he tenido a cuentagotas a lo largo de mi vida, pues si bien no carezco de "amistades", si siento que he carecido de amigos con los mismos sesgos y he pensado que eso suena a que busco a "alguien como yo", como un eufemismo de decir "te buscas a ti mismo", pero el tiempo también me ha dejado ver que no es así de simple, pues personas así de idénticas no existen por distintas causas, sea por la idiosincrasia material o cultural. Sin embargo, el hecho de que sea idílico, lo convierte en no menos que una fantasía, una que a veces me reconforta y otras me hiere, y que me doy cuenta, ha sido un eje oculto pero importante.
Cuando escribo esto, me percato, que le he puesto muchos nombres, muchas formas de describir, todo eso que no sabía ni siquiera decir de forma tangible. Todo eso, que por dentro no sabía ni siquiera identificar ahora ha dejado de ser inefable, permitiéndome notar la existencia de estas necesidades y las formas de lidiar con ellas, de satisfacer de pronto mis sesgos a través de la apreciación del arte, en una canción, en una película, donde de pronto "entiendo" o creo entender parcialmente el trasfondo de la obra y encuentro ese reflejo del reflejo que no es más que catarsis. A través de eso que yo mismo busco encuentro un curita. De pronto al dejarme "ser" y simplemente decir lo que se, de la forma que se, es liberador. Pensar que puedo expresarme sin reprimirme, pero de pronto bebo alcohol y se exacerba esa necesidad y ya no es divertido, es triste, pues los datos y las narrativas de tan acumuladas que están, empaquetadas en éstas frágiles cajas, estallan y solo brota la incoherencia y el absurdo, la terquedad y la búsqueda forzada del sesgo, y eso me desagrada, por ello aquí es donde espero encontrar un espejo, un refugio y una manera más de expresar todo eso que no puedo verbalizar.
Al final esto es mi corolario:
En este viaje introspectivo, he descubierto que la necesidad de compartir conocimiento no es un defecto, sino una parte intrínseca de quién soy. Sin embargo, también he aprendido que la forma en que comparto ese conocimiento puede ser tan importante como el contenido en sí. La represión de mis pensamientos y curiosidades no es la solución, pero tampoco lo es la descarga indiscriminada de datos sin contexto, ni la infinita verborrea de un borracho sin conciencia. La alternativa reside en encontrar un equilibrio entre la expresión auténtica y la conexión genuina con los demás.
No tengo que disfrazar mis intereses o conocimientos para encajar, pero sí puedo aprender a compartirlos de manera que enriquezcan las conversaciones y fomenten la comprensión mutua. La búsqueda de conexión no debe ser una lucha por encontrar a alguien idéntico a mí, sino una oportunidad para celebrar las diferencias y encontrar puntos de encuentro en la diversidad de pensamientos y experiencias, sin dejar de lado la búsqueda reconfortante del sesgo.
Al final, este proceso no es solo sobre cómo compartir lo que sé, sino sobre cómo integrar mis pasiones y curiosidades en mi vida de una manera que me permita ser yo mismo sin miedo al rechazo. La liberación no está en abandonar lo que soy, sino en abrazarlo con la confianza de que hay un lugar para mí en el mundo, tal como soy. Y quizás, en ese proceso, pueda encontrar a aquellos que no solo toleren mis "datos curiosos", sino que los celebren y compartan conmigo la alegría de descubrir y aprender juntos.
Siempre empieza así…
Aparece un cúmulo de pensamientos que no me dejan, hay algo irrefrenable en mi cabeza que sabe algo de cualquier cosa que ve, escucha o siente, hay un dato relevante para la conversación, hay algo que puedo aportar, hay algo con lo que puedo ayudar, hay algo con lo que puedo hacer una diferencia al momento de entender algo. Pero también algo que me frena, un disclaimer generado por el rechazo desde hace muchos años. No es como si, por decir que “los rayos UV del sol tardan 8 minutos en llegar a la tierra” me discriminaran, pero si generaban una disonancia conversacional, donde esos datos, no sirven o no son graciosos o no son interesantes para nadie más que para mí, como en las películas gringas donde los ñoños saben y dicen un montón de datos. Pero en mi caso simplemente aprendí a callarlos para tener una conversación normal y pasar inadvertido, a su vez, aprendí a insertar esas “curiosidades” en las conversaciones para aclarar esas dudas que surgen en grupos, cuando por ejemplo entre 4 personas de pronto se preguntan si tal o cual cosa servirá para tal o cual cosa. De pronto salgo con la respuesta, pero en vez de decirla tajantemente como datos crudos, lo aprendí a decir como una sugerencia, a disfrazarlo de pregunta o incluso a proponer una alternativa que se ajusta al objetivo de la pregunta, disfrazando mi certeza como apoyo.
Pero y, ¿por qué tendría que hacer eso?, ¿por qué mi interés en tener conversaciones “normales”?, ¿por qué quiero encajar?, ¿por qué tengo esa necesidad de encontrar ese sesgo conversacional?, ¿Por qué me siento mal por reprimir este sentimiento de escupir datos de manera indiscriminada?
Aún no encuentro respuestas a todas esas preguntas, pero tengo aproximaciones que me permiten un acercamiento a lo que podría ser una respuesta o incluso a cambiar de preguntas. Todo ello derivado del hecho de que por más que intento encontrar alternativas prácticas, la inconformidad o la necesidad, continúan tocando a mi puerta.
Y quizá suene petulante de mi parte querer responder esas preguntas partiendo del hecho de decir “saber muchas cosas”, pero en verdad es a sabiendas que saber más, implica saber cuan poco sabes de muchas otras cosas, y paradójicamente esa certeza genera más dudas y esas dudas invariablemente vienen acompañadas de nuevos mundos y lugares para escudriñar y exprimir conocimiento. Al final todo esto viene acompañado de un cumulo de cosas, que me gustaría compartir en una conversación casual, con alguien que también tenga un complemento de esas cosas y encontrar un sesgo, como todos lo hacen cuando hablan de su equipo favorito, cuando hablan de sus gustos por la misma comida, siento envidia de eso, porque a nivel intelectual también me gustaría compartir eso con alguien, pero no de manera aislada o tan dura como el tema en específico, pues si eso fuera, con mis amigos actuales está suplida. Es en estos entornos donde los diagramas de Ben me hacen la tarea imaginaria, círculos concéntricos entre las distintas dimensiones que pueden o no estar ahí (esa es mi interpretación), como en un videojuego que tiene una trama con tintes filosóficos (Celeste), un arte pictórico basado en ciertos autores (Scorn), personajes que cuestionan sus acciones y su humanidad (Undertale), historias que trascienden su propio entorno y rompen la cuarta pared incluso a un nivel informático (Doki Doki Literature Club!) o donde todo encaja de una manera perfecta en armonía creando joyas que trascienden incluso a mi oído (Ender Lillies), uniendo puntos lejanos generales de la filosofía y el arte, con puntos muy específicos como videojuegos y como resuenan con situaciones reales o experiencias útiles o tangibles.
Ejemplos tengo muchos, pero ¿cómo se enlaza esto con las preguntas?, pues bien, todos esos datos, todos esos puntos de apreciación e interpretación vienen de encontrar patrones, basado en muchos datos y memoria. Pero todo eso acumulado, todo eso almacenado, ¿para qué?, ¿por qué?, pues creo que en primer lugar es porque se me ha incentivado a ello, desde que era pequeño, encontrando mi validación en escuchar, cuan inteligente soy o cuanto puedo saber de cierto tema específico. Hay un monstruo ahí a veces bello, a veces horrendo que busca ese alimento, que busca hasta encontrar quien le alimente todo el tiempo, pero soy yo quien le pone un bozal simbólico y le dice, no comas más, muere de una vez y déjame ser feliz con las cosas simples. Pero la realidad me manda un cheque y debo pagar las cuentas y procedo a quitarle el bozal, porque si come, puedo pagar esas cuentas. Todo esto me recuerda a las palabras de mi terapeuta, pues hace un par de años, me preguntó directamente eso ¿para qué saber tanto? y en ese momento no supe responder y si bien ahora tengo una posible explicación, sigue siendo una interpretación que me hace sentido, por lo que “se”.
Bueno tengo el ¿por qué?, y el ¿para qué? Pues si bien entiendo que es para obtener esos químicos cerebrales de la felicidad, en términos prácticos ¿cómo los he usado? la respuesta es simple y lo he dicho antes, para encajar, y ¿por qué encajar? porque quiero amigos, busco compañía, busco escucha, busco eso que parece que todos tienen menos yo, busco eso que he tenido a cuentagotas a lo largo de mi vida, pues si bien no carezco de “amistades”, si siento que he carecido de amigos con los mismos sesgos y he pensado que eso suena a que busco a “alguien como yo”, como un eufemismo de decir “te buscas a ti mismo”, pero el tiempo también me ha dejado ver que no es así de simple, pues personas así de idénticas no existen por distintas causas, sea por la idiosincrasia material o cultural. Sin embargo, el hecho de que sea idílico, lo convierte en no menos que una fantasía, una que a veces me reconforta y otras me hiere, y que me doy cuenta, ha sido un eje oculto pero importante.
Cuando escribo esto, me percato, que le he puesto muchos nombres, muchas formas de describir, todo eso que no sabía ni siquiera decir de forma tangible. Todo eso, que por dentro no sabía ni siquiera identificar ahora ha dejado de ser inefable, permitiéndome notar la existencia de estas necesidades y las formas de lidiar con ellas, de satisfacer de pronto mis sesgos a través de la apreciación del arte, en una canción, en una película, donde de pronto “entiendo” o creo entender parcialmente el trasfondo de la obra y encuentro ese reflejo del reflejo que no es más que catarsis. A través de eso que yo mismo busco encuentro un curita. De pronto al dejarme “ser” y simplemente decir lo que se, de la forma que se, es liberador. Pensar que puedo expresarme sin reprimirme, pero de pronto bebo alcohol y se exacerba esa necesidad y ya no es divertido, es triste, pues los datos y las narrativas de tan acumuladas que están, empaquetadas en éstas frágiles cajas, estallan y solo brota la incoherencia y el absurdo, la terquedad y la búsqueda forzada del sesgo, y eso me desagrada, por ello aquí es donde espero encontrar un espejo, un refugio y una manera más de expresar todo eso que no puedo verbalizar.
Al final esto es mi corolario:
En este viaje introspectivo, he descubierto que la necesidad de compartir conocimiento no es un defecto, sino una parte intrínseca de quién soy. Sin embargo, también he aprendido que la forma en que comparto ese conocimiento puede ser tan importante como el contenido en sí. La represión de mis pensamientos y curiosidades no es la solución, pero tampoco lo es la descarga indiscriminada de datos sin contexto, ni la infinita verborrea de un borracho sin conciencia. La alternativa reside en encontrar un equilibrio entre la expresión auténtica y la conexión genuina con los demás.
No tengo que disfrazar mis intereses o conocimientos para encajar, pero sí puedo aprender a compartirlos de manera que enriquezcan las conversaciones y fomenten la comprensión mutua. La búsqueda de conexión no debe ser una lucha por encontrar a alguien idéntico a mí, sino una oportunidad para celebrar las diferencias y encontrar puntos de encuentro en la diversidad de pensamientos y experiencias, sin dejar de lado la búsqueda reconfortante del sesgo.
Al final, este proceso no es solo sobre cómo compartir lo que sé, sino sobre cómo integrar mis pasiones y curiosidades en mi vida de una manera que me permita ser yo mismo sin miedo al rechazo. La liberación no está en abandonar lo que soy, sino en abrazarlo con la confianza de que hay un lugar para mí en el mundo, tal como soy. Y quizás, en ese proceso, pueda encontrar a aquellos que no solo toleren mis “datos curiosos”, sino que los celebren y compartan conmigo la alegría de descubrir y aprender juntos.