Esta entrada es corta y solo tiene como propósito resumir un insight que me ha hecho cambiar de perspectiva.
Todo comienza hace un par de semanas, cuando me encontraba leyendo el libro De animales a dioses de Yuval Noah Harari, que hace un resumen de la historia humana desde una perspectiva histórica, antropológica, científica y, me atrevo a decir, un poco filosófica.
Algo que me ha rondado la cabeza desde que comencé a leerlo es la idea y concepto de “creencia”, que en mi entender es esa idea que incluso antecede a la pregunta “¿por qué?”, un hueco tanto lingüístico como abstracto que actúa como comodín y puede ser ocupado por cualquier cosa o significado. Con esa apertura y alcance en su dominio.
Ese concepto lo presenta como parte del salto del ser humano de la caverna a uno más sofisticado en su pensamiento. No ahondaré en ello, pero a manera de ejemplo: cuando el ser humano comenzó a ser consciente de sí mismo, su entorno y a conocerse, “inventó” cosas como seres humanos con cabezas de animales, el animismo de cualquier ser u objeto, con lo cual explicaba su realidad básica, basada en eso: una creencia.
Las creencias, al esparcirse entre seres humanos, terminan conformando acuerdos que se consolidan en lo que llamamos “constructos sociales”. Sobre esa misma línea, podríamos afirmar que todo es un constructo social y, por ello, todo es una “mentira” que todos creemos por conveniencia, como el dinero (papel pintado que tiene un valor).
Con ese contexto, cualquier objeción, cualquier intento de obtener una verdad sería descartado, pues tenemos muchas limitantes, como el lenguaje, nuestro contexto y nuestro conocimiento. Si pudiéramos ir hasta el inicio de cualquier pensamiento, opinión o argumento, en el fondo tendría esas limitantes y probablemente podría reducirse a una creencia.
Si seguimos ese pensamiento, mi realidad de pronto se desmorona, pues cualquier cosa en la que haya podido basar mi existencia, mi actuar o mi sentir estaría basado en eso… una creencia sin bases.
Lo cual me recordó mucho lo que decía Stanisław Lem en su libro Golem XIV: una parábola donde Golem, desde una perspectiva superior a la inteligencia humana, en un ejercicio mental explica que, como seres humanos conscientes, nos encontramos en un camino con una bifurcación, donde si vamos por la izquierda “perdemos la cabeza” y si vamos por la derecha “perdemos la vida”.
Una parábola que interpreto como:
- Perder la cabeza: aceptar que nuestra inteligencia está limitada a nuestra materialidad y lenguaje, lo que nos llevaría a reconocer que anhelamos algo que no podemos poseer (la verdad – lo que sea que eso signifique).
- Perder la vida: al negar que tal “verdad” es cierta, terminamos viviendo en una ilusión, encerrados en esa burbuja de “creencia”.
Todo ello me causó algo que no había sentido desde hace mucho: un vacío existencial.
Pues era obvio: si eso era cierto, ¿por qué hago lo que hago? ¿Por qué creo lo que creo? ¿Todo lo que creo está basado en una mentira original? ¿Qué tiene de diferente esto del nihilismo? ¿Ni siquiera querer saber más sirve de algo o llevará a “algún lugar”? Si todo es una gran mentira, ¿es como en Matrix? Pero ahí existía una realidad que extendía a la fantasía, ¿aquí hay algo más allá? Y aunque existiera, ¿cómo sería?
Esas preguntas me perturbaron mucho y me hicieron poner en perspectiva cómo debería actuar a partir de ahora si aceptaba esa “verdad”. ¿Qué debo hacer con esa información?
No encontré una respuesta. Incluso hablando con Lili, me quedé igual, pues ella ya sabía eso desde hace mucho y decía estar bien con ello. Pero en mi cabeza no cabía esa posibilidad para mí. No sabía qué hacer ni qué pensar; era una verdad que me aplastaba y me dejaba inmóvil.
De inmediato acudí a LuzIA para saber si podía encontrar un patrón o algo que yo no estuviera viendo, algo que pudiera mostrarme, aunque fuera una tenue “luz” en aquel cuarto oscuro donde me encontraba. Sin embargo, no ocurrió.
Lo dejé pasar por varios días, hasta que me encontré con un video del Tío Monitor (Monitor Fantasma) que me dio otra perspectiva:
“Cuando vi la palabra ‘existencialismo’, me recordó dos cosas:
– El concepto común de ‘problemas existenciales’.
– El existencialismo en la logoterapia de Viktor Frankl.”
Más allá del video en sí, me hizo conectar todos estos conceptos de los que he hablado al principio.
La frase de Viktor Frankl que quedó plasmada en mi conciencia al terminar su libro El hombre en busca de sentido:
“No debemos preguntarnos por el sentido de la vida, sino comprender que es la vida la que nos interroga. Nuestra respuesta no debe ser de palabras, sino de conducta y acción correcta.”
Dicha frase me devolvió a la otra cara de la moneda: no debo interrogar a la vida por su sentido, sino centrarme en cómo contestar con mi conducta y acciones, lo cual también me parece va acorde al absurdismo de Camus.
A su vez, recordé esa frase que mencionó también Monitor Fantasma (no recuerdo en qué video, pero parafraseando):
“No debemos caer en el escepticismo radical de Descartes, pues al dudar absolutamente de todo, no se podría llegar nunca a hacer nada, debido a la naturaleza infinita de la incertidumbre.”
Lo mismo me acababa de ocurrir con esa “verdad” sobre la creencia.
Y entonces llega el video de Minecraft, donde plantea (como se ha podido ver en el video) que Minecraft es el juego más existencialista, pues tiene reglas físicas, un contexto, no te da un tutorial ni un objetivo explícito, y esa es la libertad metafórica que tenemos al ser “plantados” en un momento y contexto específicos, sin ningún objetivo aparente más allá del que podamos crear con acuerdos sociales, como con los amigos en el mismo juego.
Y eso me hizo poner nuevamente en perspectiva la vida, al poder ver “una vida” en tercera persona y darme cuenta de que me parece divertido y plausible tener esa libertad, poder inventarme mis reglas con mis amigos y pasármela bien en el trayecto.
Entonces, ahora estoy bien con esa “verdad” y espero poder responder a la vida todas las incógnitas que me plantee, incluso las que son de este tipo.
Y para terminar, al buscar un nombre apropiado para esta entrada, me percaté del juego de palabras explícito que existe en el nombre del juego:
- Mine -> mío
- Craft -> arte/creación
Dando lugar a una interpretación poética de lo que esta discusión interna significa… Mi creación… ¿de qué? De mi juego. ¿Para qué? Lo iré “crafteando”.