Sigo pensando, dando vueltas en la cama,
por las noches me pregunto ¿qué hace falta?
¿aguantar alguna otra cosa?
¿qué haría que decidiera?
Poder gritar: ¡Hasta aquí llega!
Ya he tenido suficiente,
me siento solo en esta habitación,
en esta sala, en este comedor,
sin falta material,
pero no tengo el valor de decirte que me voy,
que siento en mi pecho una presión,
un dolor que nace de mi débil corazón,
tras cada palabra tuya,
tras cada acción,
tras cada ocasión en que me dices con exaltación:
“Creo que hay que hablar de algo, ¿no?”